miércoles, 16 de mayo de 2012

Relato Introducción nudo y desenlace


Era un frío día de invierno, el viento aullaba y movía ferozmente las ramas de los árboles que en su choque contra los cristales de las ventanas recreaban el mismo sonido una y otra vez. 

En la cama, Fermín parecía dormir, pero sólo permanecía tumbado con los ojos cerrados y la mente puesta en aquella que fue su mujer, su primer amor, llegó de la ciudad para quedarse en aquel pueblo perdido. Sus hermosos vestidos pronto se convirtieron en trajes de faena, sus delicadas manos encallecieron, y sus suaves facciones se endurecieron. Pero su sonrisa, cálida y tierna, permaneció hasta el último de sus días. Hacía ya diez años de su marcha, pero hoy la sentía más cerca que nunca, Elvira estaba allí, junto a él. Sus hijos habían marchado a la capital, pero él no quiso abandonar la casa que junto a ella había construido, no era sólo una estructura de madera, era su hogar, el lugar donde habían vivido los mejores años de su vida. Una casa que guardaba su aroma, su risa y sus besos, allí donde mirase estaba ella. No había cambiando nada desde ese día en que, en la misma cama donde ahora él descansaba, Elvira, con una dulce sonrisa en sus labios, cayó en un profundo sueño del que nunca despertaría….

La vida se apagó en ese mismo instante para Fermín, la oscuridad llenaba su hogar y su corazón. Sintió deseos de levantarse y mirar por la ventana, pero sus piernas no le respondían. En su cabeza resonaba la voz de ella que le llamaba, una y otra vez. Fermín abrió los ojos y allí estaba su Elvira, vestida con aquel bonito vestido con el que él la vio por primera vez, la luz que irradiaba llenaba la humilde habitación. Fermín tendió la mano para tocarla y ella se la cogió, por fin estarían juntos, había venido a buscarle.


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