domingo, 8 de enero de 2012

30 de diciembre de 1679




Tal y como imaginaba, mis hombres avistaron un buque al que poder asaltar y hacernos con un buen botín. Al salir a cubierta pude ver el nítido cielo que se reflejaba en las claras aguas del océano y a babor estaba nuestra presa. Todos nos preparamos para el ataque, cogimos los mosquetes, las pistolas que aunque de un solo tiro pueden luego servirnos de porras, las cortas espadas, una afilada daga y Robinson, como siempre, con su inseparable hacha de rugoso mango por las muescas que le iba haciendo por cada victima que caía por su golpe mortal.



Todos preparados, sintiendo como las amargas bilis subían hacía nuestras gargantas, a veces se hace más dura la espera para entrar en combate que cuando nos encontramos en medio de el, luchando cuerpo a cuerpo saboreando del dulce aroma de la victoria, cuando nuestros enemigos se arrodillaban suplicando clemencia a nuestro paso. No hay sensación igual, nuestra crueldad puede ser infinita si encontramos resistencia alguna. Nuestra negra bandera con la calavera les advierte de cual puede ser su destino.



Con la tripulación rendida, mis hombre fueron en busca de su botín, a su paso se podía oír los agudos chillidos de las mujeres asustadas a nuestro paso, pero no tenían nada que temer pues todos sabían que las mujeres eran intocables a riesgo de perder su vida, era mi regla en todo abordaje. Soltando ruidosas carcajadas bajaron a la bodega donde encontraron todo tipo de tesoros, baúles llenos de monedas de oro, lujosos ropajes, joyas…Luego encontraron una cerca con cerdos que desprendían un nauseabundo olor, pero que tenía una pinta estupenda para ser parte de nuestra cena de fin de año, seguro que Smith preparaba un excelente asado, ya podía imaginar su exquisito olor. Cada uno de nosotros cogió todo lo que pudo, tendríamos víveres para varias semanas y podríamos sacar bastante por todo lo robado, además de repartirnos todas esas monedas para gastar en nuestra visita a las islas.



Este ha sido un gran día, casi sin heridos hemos conseguido una gran fortuna, mañana podremos celebrarlo, nos emborracharemos, cantaremos y pasaremos juntos el último día del año…no sé lo que nos deparará el futuro, de momento sólo nos queda el presente y hay que vivirlo según se nos presenta. Ninguno sabemos cuando llegará nuestro final, convivimos con la muerte cada día, pero ninguno parece querer pensar en ella al fin y al cabo también la muerte forma parte de la vida y cada vez que izamos nuestra bandera sabemos que algún día ese será nuestro final, huesos que acabarán en el fondo del mar. Mientras tanto intentaremos pasar nuestros días haciendo lo que mejor sabemos, asaltar barcos.

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